Amarrada al aire, es libre la ola que danza en el vientre de la vida, mientras se diseña el hoy.
Siempre tú.
Con mil nombres, te cruzas en mi mirada sumergido en la libertad que te hace proscrito de los imperativos.
Debajo de la concha, gime el nácar de la perla igual que ríen las castañuelas del frío.
Voy.
Sin prisas.
Siento la arena en los pies y las rodillas de sal bendecidas.
Ya voy al encuentro de la sinfonía de las olas, para jugar al vaivén que me propones.
Voy.
Estoy.
Siempre me rindo.
Claudicar es fácil en tu espejismo.
Voy; sigo yendo... para bailar contigo.
Naufrago.
Duermo en la danza erosionada de tu magia.
Duermo.
Contigo.
Duermo.
Sueño.
Sueño.
Sueño.
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