Cuando Tim Robbins le dice a Sarah Polley:
-Vente conmigo,
-Sarah: No , pues un día me levantaré y no pararé de llorar ,entonces los dos nos ahogaremos.
-Tim: Aprenderé a nadar................

" Espero que este lugar os ayude a nadar...............

jueves, 12 de julio de 2012

martes, 10 de julio de 2012

lunes, 9 de julio de 2012

Almudena Grandes


Feliz verano

Es el tiempo de la felicidad. Apúrenlo y no piensen en el invierno que nos espera

Hay muchas cosas buenas que salen gratis. Pasear por la mañana temprano, cuando el sol es tierno, tímido como la brisa que coquetea con las hojas de los árboles. Caminar de madrugada por calles tan llenas de gente como en los mediodías del invierno, para asombrarse de la euforia silenciosa de las parejas que se besan en los bancos, o apoyadas en los pilares de las plazas porticadas. Los que viven cerca del mar lo tienen fácil, pero también es una fiesta meter en una tartera la comida prevista para consumir en casa, despacharla sobre una manta, en la hierba de algún parque, y tumbarse después a la sombra. Asistir a los conciertos de las bandas que suelen tocar en quioscos de parques y plazas mayores los domingos por la mañana. Y frecuentar las bibliotecas públicas, mientras duren.
Hay muchas cosas buenas que salen muy baratas. Una botella de vino para beberla despacio, en casa, al atardecer y entre amigos. Un buen libro de bolsillo, que proporciona una emoción que dura más que el vino y cuesta casi lo mismo. Un cine de verano, el lugar ideal para hacer manitas. Una ración de ensaladilla rusa y dos cañas, en la terraza de un bar cualquiera, antes o después del cine de verano. Enamorarse es un milagro todavía más barato, tan caro que, sin embargo, no se puede fabricar.
El verano es el tiempo de la felicidad. Apúrenlo y no piensen en el invierno que nos espera. Porque nuestros abuelos lo tuvieron muchísimo peor que nosotros y si no hubieran vivido, si no hubieran sabido disfrutar de la vida, si no se hubieran enamorado en tiempos atroces, nosotros no estaríamos aquí. Si existe una cosa que sabemos hacer bien los españoles es ser pobres. Lo hemos sido casi siempre, pero eso no nos ha hecho más desgraciados, ni más tristes que los demás. Recuérdenlo y sean felices, porque la felicidad también es una forma de resistir.

jueves, 5 de julio de 2012

Mi último libro......


"Me comprometo a vivir con intensidad y regocijo, a no dejarme vencer por los abismos del amor, ni por el miedo que de éste me caiga encima, ni por el olvido, ni siquiera por el tormento de una pasión contrariada. Me comprometo a recordar, a conocer mis yerros, a bendecir mis arrebatos. Me comprometo a perdonar los abandonos, a no desdeñar nada de todo lo que me conmueva, me deslumbre, me quebrante, me alegre. Larga vida prometo, larga paciencia, historias largas. Y nada abreviaré que deba sucederme. Ni la pena ni el éxtasis, para que cuando sea vieja tenga como deleite la detallada historia de mi vida".


Ninguna eternidad como la mía ( Angeles Mastretta)

martes, 3 de julio de 2012

Mucho más... Margarit

No te volveré a ver

Es esta piel violeta de una noche
que dejamos pendiente.
Y tu silencio suena como un saxo
de oro negro en el fondo
de los días sin ti.
En tu pecho jadea el contrabajo,
y en tu flanco, tan cálido de sombra
que siempre soñaré cuando mi mano
lenta avance hacia ti.
Músicos en penumbra, los instrumentos de oro
en sus bocas lilosas: ya, la vida
no me devolverá la que aposté
a tu cuerpo desnudo cuando eras una fiesta.
No queda más que -al piano- un negro ciego,
nuestro amor: toca solo en la sombra
y mi sueño se duerme entre sus dedos

lunes, 2 de julio de 2012

La lectura reduce la condena



Libros para ser libres

Los presos de cuatro penales brasileños podrán ver reducida su condena si dedican tiempo a la lectura

SOLEDAD CALÉS

El Gobierno de Brasil publicó el lunes pasado en el Diario Oficial de la Unión que recortará, en las cuatro prisiones federales en las que están confinados los reclusos más relevantes del país, cuatro días de condena por libro leído durante un mes. Si los penados son diligentes podrán ver reducida su condena en 48 días por año, si consiguen leer 12 obras y redactar sus correspondientes informes. No valdrá cualquier cosa. En la nota se explica que en esos textos deben “hacer un uso correcto de los párrafos, estar libre de correcciones y utilizar los márgenes y una escritura legible”.
No es poca cosa si se tiene en cuenta que de los 513.000 reclusos que hay en Brasil, sobre una población de 191 millones de habitantes, un informe de 2005 aseguraba que un 70% de ellos no había completado la escolarización básica. Tampoco sirve cualquier libro. Solo valen los de literatura, filosofía, ciencia y los clásicos. La idea que alienta la iniciativa es que nunca viene mal ilustrarse un poco.
Para los que creen que la lectura es capaz de transformar a una persona, la medida es oportuna, sobre todo si consideran que el cambio que produce es para bien. Los más escépticos seguro que aceptan que, cuando menos, mientras estén embarcados en un libro los presos no tendrán tiempo de hacer cosas peores. No conviene olvidar tampoco que la iniciativa ayudará al sector editorial, cada vez más frágil por la crisis: las bibliotecas de esas cuatro cárceles federales tendrán que estar mejor surtidas.
Falta saber si se tendrá en cuenta el tamaño de cada libro. ¿Colará Paulo Coelho, que tanto éxito tiene en Brasil, como literatura, o los funcionarios tendrán criterios más rigurosos? ¿Servirán los libros de autoayuda, que tanto se consumen hoy, si se los hace pasar por filosofía? ¿Valen como ciencia esas colecciones de hechos prodigiosos que se disfrazan con los ropajes del rigor académico? ¿Se aceptará como clásico un resumen de la Biblia hecho en cómic? El diablo está en los detalles, y habrá que ver cuán exigentes son los reglamentos para otorgar esa bendición de cambiar condena por un poco de ilustración. Eso sí, siempre que los presos no consideren la lectura un castigo más severo que los trabajos forzados.